Un control exhaustivo de los niveles de glucosa conlleva a los
diabéticos tipo I un importante
beneficio para la salud: una reducción a la mitad del riesgo de sufrir
una enfermedad cardiovascular o un
infarto. Esta conclusión es fruto del
seguimiento a largo plazo de pacientes que participaron en una gran ensayo clínico –Diabetes Control and
Complications Trial (DCCT)– hace
más de doce años. El tiempo ha demostrado que el control extremo de
la glucosa se traduce en un descenso
del riesgo cardiovascular de un 42
por ciento y del 58 por ciento de un
evento cardiaco serio, de la talla de
un infarto. Desde que comenzase el
estudio hace 17 años, 52 pacientes
de los tratados con los protocolos
convencionales, frente a 31 de los
que llevaban un control estricto,
sufrieron al menos un evento cardiovascular.
Estos hallazgos son importantes
ya que el riesgo de enfermedad coronaria es diez veces mayor en el
diabético tipo I (insulino dependiente, su páncreas no produce suficiente
insulina) que en las personas sanas. Conforme se desarrollaba el seguimiento de los pacientes, más evidentes se hacían los beneficios
de dicho control.
MEDICIONES CONSTANTES
Por control estricto se entiende una serie de mediciones de la
glucosa (azúcar en sangre) que garanticen que ésta se
mantiene en una constante de normalidad. El tratamiento convencional por otra parte se basa en una o
dos inyecciones de insulina diarias
con un control de azúcar en sangre o
en orina.